Definir a Andrés Torres es complejo porque al definirse como una persona inquieta e hiperactiva, llegó a la cocina de puntillas, sin hacer ruido y de forma discreta.
Su pasión -el conocimiento que tiene gracias a sus viajes y a esa labor humanitaria que desarrolla- lo ha aplicado a su proyecto como pocos lo han hecho.
Si existe un lugar, un cocinero y un restaurante comprometidos con la sociedad y con la sostenibilidad, ese lugar está en el Penedés.